Fuente: Revista Xtrem Secure
Uno de los retos a los que se enfrenta el uso de estos sistemas de autenticación es el conseguir que las personas sean receptivas a esta nueva tecnología y que se adapten a ella de forma rápida.
Los métodos de pago han ido evolucionando o más bien se han ido transformando a lo largo de la historia. Así, podemos considerar al trueque o intercambio de bienes y servicios, la primera forma de pago. Posteriormente comenzaron a utilizarse las monedas, primero de simple metal, principalmente cobre, y más tarde elaboradas con metales preciosos. Ulteriormente, aparecieron los billetes emitidos por los bancos y que podían intercambiarse por monedas de oro y plata. Otras formas de pago también surgieron hace siglos, y aunque más minoritarias que el papel moneda todavía se siguen utilizando, me estoy refiriendo a instrumentos como el cheque o el pagaré.
No sería hasta la década de los ochenta del pasado siglo cuando comenzaron a popularizarse las tarjetas de crédito o débito y las que llevaban incorporado un chip no surgieron hasta hace unos pocos años. En este afán por dotar a estos medios de pago de mayor seguridad y comodidad surgieron las tarjetas contactless, una forma de pago que permite pagar simplemente acercando la tarjeta al lector sin necesidad de pasar la banca magnética o insertar el chip en el terminal punto de venta (TPV).
Aún más reciente que las tarjetas de crédito es la forma de pago mediante el teléfono móvil y es que los smartphones están revolucionando nuestras vidas y como no podía ser de otra forma también están revolucionando el mundo de los pagos. Existen muchas aplicaciones hoy en día que nos permiten pagar con el teléfono móvil y es difícil, a día de hoy, saber cuál será la dominante en los próximos años. Además de los teléfonos móviles cada vez son más los dispositivos que nos permiten hacer pagos como los relojes inteligentes, gafas, anillos o incluso ropa inteligente. Todos estos cambios han producido que el dinero se haya convertido en algo más virtual que físico, aunque obviamente esta virtualidad no ha hecho que el dinero pierda un ápice de importancia.
De lo explicado hasta el momento se pueden establecer varias conclusiones, aunque una destaca sobre las demás, y es la aceleración en la transformación de los sistemas de pago. Así, mientras las primeras formas de pago tardaron siglos en implantarse, los cambios actuales son especialmente veloces y son muchos los actores que intentan ofrecernos soluciones de pago más cómodas y seguras, por lo que se hace difícil aventurar cuál será la forma de pago que se impondrá en los próximos años. Constantemente aparecen en el mercado soluciones digitales más sofisticadas y seguras que hacen tambalear formas de pago que hasta hace poco pensábamos que iban a ser duraderas.
Sin embargo, hay una solución para verificar nuestra identidad que se abre camino con mucha fuerza y que parece se impondrá en el futuro cercano y esta solución no es otra que la biometría. Hasta ahora nos identificábamos a la hora de pagar con nuestras tarjetas de crédito principalmente a través de introducir en el lector de tarjetas de nuestro PIN o número secreto. MasterCard, en este sentido, ha hecho varios estudios al respecto y ha concluido que cerca del 80% de los usuarios de tarjetas reconoce que en los últimos seis meses ha olvidado su número PIN y que contar con uno nuevo les ha supuesto entre 10 y 15 minutos de tiempo. A este hecho se unen fenómenos como el phishing o el simple fraude que mediante métodos más o menos imaginativos intentan acceder a nuestro número secreto y así poder operar con nuestra tarjeta de crédito como si fuéramos nosotros.
El olvido de la contraseña supone que tras la respuesta a una serie de preguntas o la activación mediante un correo electrónico o un SMS, obtendremos una nueva que de acuerdo a las estadísticas manejadas por MasterCard se nos volverá a olvidar en breve. El proceso de recuperación del Pin es engorroso, pero es el único disponible y necesario para nuestra supervivencia digital. Los sistemas biométricos plantean poner fin a esta situación ya que convertirían a los códigos Pin y a las contraseñas en herramientas obsoletas. Las particularidades, los rasgos físicos y los comportamientos de las personas serán en sí mismos nuestros nuevos métodos de autenticación.
Apple Pay, por ejemplo, ya permite el pago mediante el uso de la huella dactilar en el móvil y es que el lector de huellas dactilares se ha constituido como uno de los métodos de seguridad biométrica más efectivo a la hora de realizar pagos digitales y está sustituyendo a las claves, contraseñas u otros patrones de seguridad. Sin embargo, no sólo tenemos que ver a la huella digital como el único identificador biométrico que podría llegar a utilizarse, hay otras muchas opciones que se están desarrollando como son la voz, el rostro, el iris de los ojos o incluso los latidos de nuestro corazón que podrían convertirse en breve en las nuevas tarjetas de crédito.
Otro ejemplo del uso de la biometría en los pagos lo ha puesto en marcha el gigante chino Alibaba. Los usuarios que tengan el monedero digital en Alipay pueden efectuar ciertas compras gracias al sistema de reconocimiento de su rostro “smile to pay” y con la aportación de su número de teléfono.
Uno de los retos a los que se enfrenta el uso de estos sistemas de autenticación es el conseguir que las personas sean receptivas a esta nueva tecnología y que se adapten a ella de forma rápida. En este sentido, son varios los estudios que se han llevado al efecto y no parecen plantear muchos problemas en cuanto a su uso generalizado se refiere y muy en especial con respecto a las nuevas generaciones. Y es que uno de los factores clave que está promoviendo el desarrollo de la biometría en el sector financiero es el nivel de seguridad que ofrecen estos sistemas, ya que las técnicas de autenticación biométrica prometen un reconocimiento inequívoco. Si esto realmente es así, esta tecnología contribuiría a reducir el riesgo de fraude y la suplantación de identidad e incluso sería una potente arma con la que contarían los Estados para combatir la economía informal, el narcotráfico o el tráfico de armas.
Una encuesta realizada recientemente por el European Payment Council (EPC) entre los profesionales de la industria de pagos señala que el reconocimiento biométrico tiene un enorme potencial en los futuros sistemas de pagos de los próximos cinco años. En este sentido, el 31 % de los especialistas consideran a la huella digital como la forma de reconocimiento biométrico con más potencial. Tras la huella digital se encuentra el reconocimiento facial con un 11%, el reconocimiento a través del iris del ojo con un 10%, el reconocimiento mediante la voz con un 5%…. aunque casi todos ellos se decantan por la combinación de dos sistemas de reconocimiento biométrico. Finalmente destacar que tan sólo un 5% de los especialistas se inclinan porque el reconocimiento biométrico no tendrá ningún recorrido en los próximos años.
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